Un marco conceptual que supera la brecha entre naturaleza y cultura
Desde los años 1980, tras las alertas de los científicos, las autoridades toman consciencia de la gravedad de la situación de pérdida de biodiversidad, es decir la sexta extinción masiva de las especies, provocada por el ser humano. La historia de estas discusiones internacionales sobre la biodiversidad apunta que, en un principio, sólo trataban de la propiedad estatal de los recursos biológicos, y que luego se ampliaron bajo la presión de los activistas indígenas y las sociedades científicas, para incluir los conocimientos locales sobre la naturaleza.
Sin embargo, esta biodiversidad se piensa como una diversidad de especies de plantas y animales que han evolucionado en la Tierra, interconectados entre sí y con los ecosistemas en los que viven, sin incluir a los seres humanos como parte de esta red de interconexiones. La conservación de la naturaleza se piensa además desde la posible utilidad que puede beneficiarle a la sociedad capitalista y extractivista de los recursos.
En los años 90, es gracias a los avances en el ámbito de los derechos humanos de las comunidades indígenas, como el derecho a la tierra, los derechos a los recursos tradicionales, los derechos de propiedad y los derechos culturales y lingüísticos, que se relacionan progresivamente las diversidades ecológicas y las diversidades culturales.
A su vez, los lingüistas y etnólogos llaman la atención sobre la veloz y dramática extinción de las lenguas en el mundo, ya que se estima que, para finales del siglo XXI de las 6,900 lenguas actuales habrán desaparecido entre un 50 y 90%.
Los territorios indígenas cobran interés para la comunidad científica ambientalista
crítica, quienes observan una relación entre las zonas de conservación ambiental
y los territorios indígenas. Estas investigaciones muestran la fuerte correlación entre las zonas de concentración de biodiversidad preservada, y la presencia de grupos indígenas y de diversidades culturales y lingüísticas. Se destaca entonces la desconexión de las sociedades occidentales con sus entornos.
El concepto de Patrimonio Biocultural emerge en el ámbito académico como una gran sinergia entre dos poderosos movimientos sociales globales contemporáneos: la reivindicación de los pueblos originarios o indígenas y el ambientalismo crítico.
El concepto de diversidad biocultural impulsa un campo de investigación que, a partir de las ciencias sociales, lingüísticas y naturales, trata de identificar las correlaciones y posibles conexiones causales entre estas diversidades, examina las dinámicas sociales, económicas y ecológicas que las amenazan y explora las implicaciones de la pérdida de diversidad biocultural para la sostenibilidad. El patrimonio biocultural, como diversidad biológica y cultural inter-conectada de las comunidades locales y los pueblos indígenas, implica la noción de cuidado colectivo. El cuidado colectivo además reúne un conjunto de conocimientos ecológicos locales, así como valores y sistemas de creencia.
Hoy en día, las aplicaciones del concepto incluyen el desarrollo de enfoques bioculturales para la conservación, instrumentos políticos para proteger los derechos bioculturales y herramientas e iniciativas sobre el terreno para mantener y revitalizar el patrimonio biocultural.
En la práctica, el impulso más importante para la protección y el mantenimiento de la diversidad biocultural no puede provenir de las autoridades a través de esfuerzos verticalistas (top-down), sino de la acción de las sociedades indígenas y otras comunidades de todo el mundo cuyas lenguas, identidades culturales y tierras se ven amenazadas.
Referencias y recursos bibliográficos:
A framework for exploring and managing biocultural heritage, Johan Lindholm, Anneli Ekblom
Linguistic, Cultural, and Biological Diversity, Luisa Maffi Terralingua, Salt Spring Island, British Columbia V8K 2N6, Canada
Biocultural Diversity Toolkit, Luisa Maffi and Ortixia Dilts: https://terralingua.org/shop/biocultural-diversity-toolkit/
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